Dame las normas para diseñar

Como si fuera una página de revista.

Mi amiga Mónica estaba siguiendo uno de mis cursos. Me contaba que había algo en ellos que hacía sentirse confundida. Me puso un ejemplo: un videotutorial en el que yo decía algo como “… y en vez de dejarlo así -que queda fatal- lo movemos y cambiamos el color, y ahora sí, ya está mucho mejor.” Mónica me decía “Pero Ele, dices que está fatal… y yo no sé por qué, a mi me parecía bien. Pero luego, es cierto, mejoraba mucho. ¿Por qué yo no puedo distinguir eso? Si me falta ese criterio, ¿cómo sabré si mi diseño está bien?”. Esto me hizo pensar.

Hasta ahora he enseñado diseño, pero me he enfocado al funcionamiento de los programas, las aplicaciones, los paso a paso. Pero, claro, por el camino, mientras se usa Photoshop deben tomarse decisiones: ¿esta combinación de colores? ¿de tipografías? ¿más arriba o aquí? ¿esto realmente “está bien“ ? Otras alumnas me dicen que se preguntan “¿qué pensaría Elena?”.

Pues es verdad, no suelo atreverme con normas para el diseño. Pero muchas de mis alumnas están llegando a un buen nivel técnico y echan en falta entrar en esa dinámica: tener criterio,  saber cuándo sí y cuándo no.

Llevo tiempo pensando que ese es el siguiente nivel para mis clases de diseño. Y es algo que me atrae tanto como me paraliza. Aunque creo que ya sé la razón.

Yo hice Bellas Artes, pero como diseñadora soy autodidacta. No había diseño en la facultad, mi especialidad es dibujo. Cero diseño, ninguna clase de diseño, ninguna noción teórica, ninguna norma. ¿Entonces…?

Pues pensado y repasando aquella época, pienso que lo más definitivo para mi fue ir mil y una vez a la biblioteca del Impiva en Valencia. Imagina una biblioteca solo de libros de diseño. Modernos, alucinantes y carísimos, la mayoría eran de importación. Muchos, muchísimos, una joya de lugar. Los podías llevar a casa, o pasar allí la mañana en un ambiente diseñil intenso. Eran libros llenos de ejemplos de diseño de revistas, logotipos, imagen corporativa (no se llamaba branding). Muy muy muy buenos. No había nada parecido. No los podías ver en otro sitio  y no había internet. Tiendas diseñadas de arriba a abajo. Imágenes corporativas de museos, papelerías completas. Bancos y supermercados diseñados en Japón.

¿Quién se podía resistir a esa pequeña maquetita de la tienda? Este libro es uno de mis favoritos.

Año 2000. No tan diferente a ahora.

Ese tipo de libros me han acompañado en las agencias de publicidad y estudios de diseño donde he trabajado. Y también en casa porque los compraba y ahora tengo muchos.
Así descubrí revistas que también llegué a conseguir y tener en la mano físicamente.

Con frecuencia encontraba además libros de diseño y publicidad de los años 50, 60 y 70. Sobre todo en las agencias de publicidad. Y eso fue la otra pata del banco. Qué maravilla. ¡Resulta que  ya entonces hacían casi todo! ¡Y qué ilustraciones!

Mientras me acostumbraba a estas publicaciones, veía todo esto reflejado en los diseñadores de los 80-90, los nacionales y los extranjeros. Era como un espejo: libros de diseño-trabajos de los estudios de diseño. Ojo, no pienses que lo veíamos en sus páginas web sino en exposiciones, imágenes corporativas, catálogos, carteles o libros físicos creados por ellos.

Esto es importante

Al hacer estas fotos a mis libros de diseño, me he dado cuenta que los diseños tampoco es que sean tan alucinantes desde la óptica de todo lo que tenemos al alcance ahora. Pero lo que importa es que por un lado esos libros eran estáticos y los veía una y otra vez, me fijaba mucho-mucho en todo. Porque como los libros no llovian del cielo todo el rato como pueden hacer los diseños del feed de Pinterest o Behance que son siempre nuevos, siempre miraba las mismas imágenes, repasaba los mismos diseños.  Como esa revista solitaria del apartamento de la playa que ya te sabes de memoria, pero en bueno.

Si quieres aprender diseño has de saber que la ventaja de que tienes de todo a tu alcance se desvance si no paras y te fijas mucho en las cosas que ves. Si no aprecias su valor, no te van a servir de mucho.

Diseñar es como hablar

Y eso fue todo. Y es curioso porque mis amigos diseñadores hacían lo mismo y nunca entre nosotros nos dijimos ¿por qué esto con esto no queda bien, cuál es la norma para hacerlo bien, hacerlo profesional? Ahí estaba cada uno sacando sus propias conclusiones. Y se notaba que era así porque luego al diseñar, cada uno tenía su manera de enfocarlo. No nos enseñó nadie. Es como cuando un niño aprende a hablar, es intuitivo, saca conclusiones, pero para hacerlo ha de estar inmerso en un mundo donde todos hablan.

Por ejemplo, si una marca vende productos ecologicos, lo puede hacer con un rollo artesano o con un estilo delicattesen. Mira los diferentes lenguage gráfico que se han usado aquí.

Mismo producto, sensaciones diferentes. Le pain Boule de Artless y Manuka Honey de Hartford, de United.

Pues no encontrarás nunca un libro con normas para hacer algo artesano o delicattesen. ¿Pero verdad que usar ciertas características, como el material o el tipo de letra, son cosas que “sabes”? Ese tipo de intuición básica que ya posées, se desarrolla a tope después de ver muchas muchas cosas.

Esta es la verdadera razón

Por eso es por lo que no he tenido el impulso de organizar cursos de diseño con normas tipo “cómo combinar bien tipografías” no solo porque me cueste un mundo bajar a la tierra las reglas que manejo a nivel inconsciente, sino que como yo no aprendí de esa forma no tengo fe en aprender de otra manera. Al menos yo no me veo enseñando de esa manera.

Sin embargo sí que soy capaz de disfrutar explicando que es lo que hace que esta página de revista esté bien maquetada, porque esta imagen no funciona nada, porque estos colores no ayudan a transmitir bien. Ahí me salen muchas razones y de esa forma creo que sí podría transmitir lo que sé.

Mientras pienso y se me ocurre como comunicar lo que tengo integrado, mi mejor recomendación para ti sigue siendo dedicar tiempo a fijarte en cómo son las cosas que tienen un diseño que te llega. Una revista, una marca, una tienda, un escaparate, una web, un catálogo, un brick de leche. Y buenos enlaces de diseño por supuesto. Educar el ojo con buen diseño y no solo el diseño best-seller. Distinguir de toda la maraña que nos envuelve. Hay mucho valor, ya lo irás distinguiendo si te paras a verlo.

Tanto si tienes una marca personal como si estás aprendiendo diseño, te viene fenomenal controlar el lenguaje del diseño y no solo chapurrearlo. Quédate por aquí y así para cuando descubra como transmitirlo te lo cuento. Mientras tanto ya sabes, aquí en Meisi, cursos de diseño, kits y a partir del 21 de marzo servicio de suscripción mensual de contenidos de diseño.

 

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1 Comment
  • francisco
    Posted at 22:58h, 09 marzo Responder

    todo lo que debes saber para un buen diseño gracias por compartir

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